Un grupo de reclusos intentó capitalizar la atención de las redes sociales con un video donde presumían un saldo de $6 millones en Mercado Pago, en un aparente despliegue de «influencia» carcelaria. Sin embargo, la jugada les salió cara: un usuario anónimo desmanteló rápidamente la veracidad de su ostentación, exponiéndolos a una masiva ola de burlas online.
La repercusión negativa fue inmediata. Uno de los internos involucrados, conocido en TikTok como «Alexandeerr», optó por cerrar su cuenta ante el aluvión de comentarios sarcásticos. Su intento de alarde digital se convirtió así en una lección pública sobre los riesgos de la exposición en redes sociales, especialmente desde un contexto carcelario.
Este incidente reabre la discusión sobre el uso de teléfonos móviles e internet dentro de las cárceles. A pesar de las regulaciones, la viralización de este tipo de contenidos evidencia una problemática persistente en la gestión penitenciaria y genera interrogantes sobre la efectividad de los controles existentes.