El estratégico desierto de Atacama sufre un revés en sus aspiraciones de convertirse en epicentro de la electromovilidad global. Dos colosos chinos, BYD y Tsingshan Holding Group, han decidido dar un portazo a los proyectos que se habían adjudicado con bombos y platillos a través de la Corfo para levantar sendas plantas de producción de baterías y cátodos de litio en Antofagasta y Mejillones. El motivo, según consigna Diario Financiero, se ancla en un lodazal de permisos y un cambio de reglas en medio del partido, cortesía de la Estrategia Nacional del Litio.
Las empresas no anduvieron con rodeos: la «permisología», un laberinto burocrático que estrangula el avance, sumada a las nuevas directrices gubernamentales, hicieron inviable la hoja de ruta trazada. La sombra de la postergación ya planeaba sobre BYD desde mayo de 2024, cuando anunció demoras en su planta antofagastina por la escurridiza burocracia.
A este cóctel de trabas administrativas se sumó un ingrediente exógeno pero no menos relevante: la volatilidad del mercado, con la estrepitosa caída del precio del «oro blanco». El fantasma de Sinovac, que en 2023 prefirió las tierras colombianas para su inversión millonaria en vacunas ante las dificultades del terreno chileno, vuelve a planear sobre el debate de la inversión extranjera.