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Mientras las aguas familiares siguen turbulentas, Nano Calderón blinda su ostentoso tren de vida tras un muro de billetes virtuales. A sus 27 años, el hijo pródigo de Raquel Argandoña finalmente descorre el velo sobre el origen de su opulencia, acallando las interrogantes que flotaban en el ciberespacio.
En el confesionario digital de Instagram, un seguidor lanzó la pregunta sin anestesia «¿Cuáles son tus mayores fuentes de ingresos?». La respuesta de Nano, directa y sin ambages, desnudó la base de su holgada economía «Propiedades y mi empresa de publicidad». Un binomio que revela una estrategia financiera bien urdida.
Pero el joven Calderón no se conformó con la respuesta escueta. Desenterró los cimientos de su independencia económica, recordando sus años mozos como emprendedor precoz: una tienda virtual de ropa de marca, puestos de comida efímeros en eventos, el alquiler de bólidos y hasta una incursión en el mundo de la belleza como vendedor. Un crisol de iniciativas que forjaron su espíritu empresarial.
Hoy, Nano Calderón capitaliza su visión, liderando una marca de ropa propia y una empresa de publicidad que le han permitido consolidar su estatus económico.
