Donald Trump, con un giro digno de un guion de Hollywood, ha propuesto una medida que podría reescribir las reglas del juego cinematográfico: un arancel del 100% para toda película que no lleve el sello «Made in USA». La propuesta, lanzada a través de su plataforma Truth Social, pinta un panorama apocalíptico de una industria estadounidense «muriendo rápidamente». Desde las épicas tierras de «El Señor de los Anillos» en Nueva Zelanda hasta los mundos alienígenas de «Avatar», ninguna producción escaparía a este muro arancelario.
El expresidente, en un despliegue de retórica nacionalista, califica la fuga de producciones como una «amenaza para la seguridad nacional», un complot para debilitar el corazón de la industria estadounidense. Sin embargo, la reacción no se ha hecho esperar: se ha cuestionado la viabilidad legal y las potenciales consecuencias de tal medida.
El plan de Trump no solo agitaría las aguas de Hollywood, sino que podría generar un tsunami en la producción global de contenido. Plataformas como Netflix, con sus exitosas producciones internacionales como «El Juego del Calamar» y «El Eternauta», verían sus modelos de negocio tambalearse.